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Vacunarse para vivir mejor: retos y estrategias para ampliar la inmunización en adultos en Colombia
Expertos analizaron propuestas para mejorar el acceso, la equidad y la articulación del sistema para mejorar la cobertura de vacunación en adultos en el país.
Aunque en el imaginario colectivo la vacunación se sigue percibiendo como un asunto de la infancia, expertos reunidos en el panel ‘Vacunarse hoy para protegerse mañana’ del foro ‘Vacunación en adultos: prevenir para priorizar la vida’, señalaron que Colombia debe afrontar la deuda histórica con la inmunización en adultos. Los desafíos son muchos: desde la falta de articulación institucional hasta la escasa cobertura, pasando por el limitado acceso a biológicos, las brechas de información y el bajo reconocimiento al talento humano en vacunación.

“Las vacunas son para toda la familia, en todos los momentos del curso de vida. Son una manera de protegerme y proteger a los demás”, afirmó el doctor Robinson Cuadros, presidente del comité latinoamericano de la Asociación Internacional de Gerontología y Geriatría. Desde su experiencia como geriatra, insistió en que “la vacunación no es para los superhéroes, sino para los frágiles”, y recordó que muchas enfermedades de la vejez son consecuencias de lo que no se previno en la juventud.
Colombia cuenta con un sólido legado en inmunización infantil, pero esa misma fortaleza no se ha extendido al ámbito de los adultos. De hecho, según cifras del Programa Ampliado de Inmunización (PAI), ninguna de las vacunas disponibles para esta población alcanzó el 95 % de cobertura en 2024, y solo una –la de influenza– está incluida de forma universal para mayores de 60 años.
Desde el sector prestador, Ángela Viviana Pérez, líder de Asunto Públicos de SIES SALUD IPS, fue enfática: “Los servicios de salud deben aprovechar cada momento de contacto con los pacientes para promover y aplicar las vacunas disponibles, sin importar su edad. Las salas de espera son momentos de verdad que no debemos desaprovechar”.
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El panel también dejó claro que el país cuenta con instrumentos técnicos, guías clínicas y evidencia científica que recomiendan la vacunación en adultos con condiciones como EPOC, diabetes o enfermedades cardiovasculares. “Bogotá, por ejemplo, ha sido pionera en la inclusión del neumococo para mayores de 60 años, pero es el único territorio con ese alcance”, explicó Diana Julieta Díaz, gerente de salud de ACEMI.
La inequidad también se evidencia en la disparidad de esquemas de vacunación y en la dificultad para garantizar el acceso en zonas rurales o apartadas. “No es lo mismo vacunar en Chapinero que en Carurú, Vaupés. Hay que reconocer las diferencias y adaptar las estrategias según el contexto”, añadió Díaz.
Uno de los llamados más insistentes fue a mejorar la interoperabilidad de los sistemas de información. “Contamos con una gran cantidad de datos, pero no los usamos adecuadamente para tomar decisiones”, afirmó Pérez. La vigilancia epidemiológica y el monitoreo en tiempo real son esenciales para identificar brechas, focalizar esfuerzos y priorizar recursos.
En cuanto al financiamiento, los expertos señalaron que Colombia necesita un CONPES que territorialice las políticas públicas y acompañe la ejecución de la Ley 2406 de 2022, que ordena la modernización del PAI. Hasta ahora, sigue sin reglamentación ni asignación presupuestal.
“Tenemos una política pública de envejecimiento saludable desde 2016. El reto no es hacer una nueva, sino implementarla”, puntualizó Pérez.
Finalmente, se destacó que invertir en vacunación es también una decisión económica inteligente. “Por cada dólar invertido en vacunación, se genera un retorno de 16 dólares. Prevenir enfermedades inmunoprevenibles evita hospitalizaciones, discapacidades y muertes prematuras”, subrayó Díaz Castellanos. De hecho, solo en 2023, las infecciones respiratorias agudas causaron más de 35.000 hospitalizaciones en UCI, y el 34 % de ellas fueron en mayores de 60 años.
El llamado, coincidieron todos, es claro: convertirnos en embajadores de la vacunación, actuar desde ya y hacer lo que sabemos que sí se puede hacer. La vacunación de adultos no es solo un asunto de salud pública; es también una apuesta por la dignidad, la prevención y el envejecimiento saludable.